15 de octubre de 2010

!Un sueño bienestarista hecho realidad!





Imaginen que quieren encontrar una campaña de un solo tema que les permita recaudar fondos infinitamente, 24 horas por día, siete días por semana, de manera que ustedes —y, más importante, sus donantes— puedan “ayudar a los animales.”

Imaginen que esta campaña no requerirá que nadie cambie su comportamiento hacia los animales. Pueden continuar comiendo carne, bebiendo leche y usando lana o cuero, asistiendo al circo local y pasando la tarde en el hipódromo participando de las carreras de caballos mientras que, al mismo tiempo, pueden sentirse bien por ser personas “compasivas.”

Imaginen una campaña que esté definiendo “abuso de animales” tan estrechamente que simplemente ningún donante potencial, no importa cuánta carne, leche, huevos, queso, manteca, helado o lo que sea que consuman, o cualquiera sea la forma de explotación legalizada en la cual ellos participen, se considerará involucrada en el “abuso de animales.”

Todo lo que alguien tiene que hacer es apoyar un gesto completamente sin sentido —con una donación, por supuesto.

No busquen más: tengo la campaña para ustedes: la campaña de los registros de abusadores de animales.

Suffolk County, situado en la mitad oriental de Long Island, ha creado esta semana el primer registro de abusadores de animales de la nación. Esta ley requerirá que las personas condenadas por crueldad hacia los animales se registren con las autoridades o enfrenten cárcel y multas. La ley de Suffolk tiene como modelos a  las “Megan’s Laws,” que crean registros de abusadores de niños.

Así que ahora estaremos en condiciones de identificar a los “abusadores de animales,” al menos en una parte de Long Island.

Pero esperen.

¿Los supermercados que en Suffolk County venden partes de los cuerpos de animales y productos de origen animale estarán en el registro? Bien, no, porque la venta de partes de animales y de productos animales es perfectamente legal. Esto no es “abuso de animales.”

¿Y los residentes de Suffolk County que consumen productos animales —todos aquellos de nosotros que creamos la demanda de productos animales en primer lugar— estarán en el registro? Oh, no, por supuesto que no. Consumir animales no es una violación de la ley anticrueldad.

Así que ¿a quiénes apunta esta ley?

Bueno, de acuerdo con la noticia enlazada arriba, había una mujer que torturaba a los gatos:
«La ley fue impulsada por un número de casos de abuso animal en los últimos meses, incluyendo el de una mujer de Selden acusada de forzar a sus hijos a observarla torturar y matar gatos bebés y docenas de perros, y luego enterrar a las mascotas en el patio de atrás.»
Nos debería quedar claro a esta altura cuál el problema aquí. Definiendo el “abuso animal” como el comportamiento raro, patológico que infringe las leyes anticrueldad —y que probablemente suma menos que una millonésima parte del uno por ciento del uso de los animales— dejamos en paz a lo que se considera “normal.” Reforzamos la noción de que el uso no es abuso, de que el abuso sólo ocurre como una excepción a la regla, en vez de ser la regla de cada segundo de cada día. Más aún, esta ley también se aplicará a la mayor parte de las situaciones que involucren los animales que hemos fetichizado: perros, gatos, etc. Ustedes saben, los que amamos y consideramos como miembros de nuestras familias mientras clavamos los tenedores en todos los otros.

En suma, este es un gesto sin importancia que servirá sólo para reforzar la noción de que está bien explotar animales siempre y cuando no “abusemos” de ellos. De hecho, esto declara que nuestro uso “normal” de los animales no es abuso.

También debería quedar claro por qué este tipo de campaña es un sueño bienestarista hecho realidad: es una campaña que más o menos todos pueden apoyar y que hará que las personas se sientan auto-justificadas. Sólo las “malas” personas son abusadores de animales y ellos están en el registro criminal; el resto de nosotros somos personas “compasivas.”

Puedo asegurarles que esa campaña será un gran negocio para el bienestar animal. De hecho, si ustedes quieren saltar a este bote, mejor apúrense; ya está zarpando:
«Los activistas por el bienestar animal esperan que la ley, promulgada unánimemente el martes en un condado de 1,5 millón de personas situado en los suburbios de la ciudad de Nueva York, inspirará a los gobiernos de toda la nación, del mismo modo que han proliferado los registros Megan’s Law para abusadores de niños en la década pasada.»
«Más de doce estados introdujeron legislación para establecer registros similares, pero Suffolk County es la primera entidad gubernamental que promulga una ley así, dijo Stephan Otto, director de asuntos legislativos de la Animal Legal Defense Fund.»
PeTA ya declaró su apoyo entusiasta por el registro. ¿Cree PeTA que Temple Grandin, la diseñadora de mataderos y consultora de la industria de la carne debería estar en la lista? ¿Es ella una “abusadora de animales”? No; PeTA le dio un premio a Grandin.

¿Y qué sucede con Whole Foods, que vende carne “feliz” y otros productos animales provenientes de animales que han sido torturados? No, porque PeTA —junto con la mayoría de otras grandes corporaciones bienestaristas— apoya los productos animales “felices” vendidos por Whole Foods.

¿Y qué sucede con las organizaciones animalistas que tienen enormes presupuestos pero que matan animales en vez de tener un programa de adopción? ¿No son “abusadores”? No, PeTA mata al 90% de los animales que ingresa en sus instalaciones, así que no puede constituir abuso, ¿no?

¿Qué sucede respecto de las personas que consumen productos animales? ¿PeTA los considera “abusadores de animales”? Esto sería un poco embarazoso, dado que la mitad de los miembros de PeTA, según el vicepresidente Senior de PeTA Dan Mathews, no es siquiera vegetariana.

Esto prueba mi argumento de que la idea del registro de abusadores es simplemente un intento de definir “abuso” como el incidente patológico de torturar gatos bebés y perros en un patio trasero. Pero eso es extremadamente inusual. Lo que constituye el verdadero abuso es la explotación diaria de la gente común, incluyendo la explotación perpetrada, facilitada y aprobada por las empresas de bienestar animal.

Hay 50 estados y Washington, D.C., varios territorios, y centenar de miles de municipios, ciudades, pueblos, etc. Esta es una campaña que tiene el potencial de seguir por décadas y tendrá un casi ilimitado tiempo de vida para el propósito de captar donaciones. Puedo ya ver Caminatas para el Registro, guiadas por varias celebridades, permitiendo a cada mujer, hombre y niño que compre las entradas fuera de la clase de los “abusadores de animales” haciendo una donación para asegurar que los verdaderos“abusadores de animales” entre nosotros estemos en algún registro criminal, mientras el resto de nosotros continúa sintiéndose en paz con su conciencia. Estoy seguro de que ya hay planes para realizar eventos mediáticos con mujeres desnudas, usando sólo piezas de papel con los nombres de los condenados en el registro. Oh, los sacrificios que algunos harán “por los animales.”

¿Y qué respecto de la mujer de Long Island que torturó a los gatos bebés y a los perros? ¿No es una buena idea que nosotros tengamos un registro para identificar a personas como ésa?

Dado que el registro puede proveer información a los refugios que ayudarán a identificar peligros para futuras adopciones, todo bien. Pero en un sentido fundamental, la mujer que hizo aquellos terribles actos no es diferente de cualquiera que consume productos animales.

Vean, esa persona torturó gatos bebés y perros porque ella obtuvo algún placer o satisfacción al hacerlo. ¿Está mal eso? Con toda seguridad. Pero, ¿en qué es realmente diferente lo que ella hizo de lo que hace el resto de las personas? La mayoría de nosotros comemos productos animales y los animales de donde aquellos productos provienen fueron tan torturados como los gatos bebés y los perros del caso de Long Island. Pero ella es una criminal y el resto de nosotros, que apoyamos el registro y engaños similares, somos “compasivos.” Claro.

Varios años atrás [2007] hice la observación de que Michael Vick, quien cumplió una condena por peleas de perros, realmente no era diferente del resto de nosotros. A él le gustaba sentarse alrededor del reñidero, a mirar pelear a los perros; al resto de nosotros nos gusta sentarnos alrededor de la parrilla veraniega donde se asan los cuerpos de los animales que han sido torturados tanto —sino más— que los perros de Vick. La única diferencia es que la mayoría pagamos a otros para hacer el trabajo sucio. Pero disfrutamos consumiendo los productos de la explotación tanto como Vick disfrutó con lo que hizo.

Todo esto es esquizofrenia moral.


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